el escenario del Ibáñez de Matauco acoge hoy la representación de A voz en cuello. Escuchaba ayer a Sergio Peris-Mencheta, explicando la obra y su homenaje a Mario Benedetti. Y durante la entrevista se citaba una frase del autor uruguayo: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. Me pregunto si no andamos un poco en ese estado. O si, por contra, las respuestas han estado siempre ahí y el problema es que quizá no nos hemos llegado a hacer las preguntas adecuadas. Escribo estas líneas sin conocer los resultados de las elecciones de ayer en Holanda, sin saber hasta qué punto ha llegado el apoyo a Geert Wilders, el candidato que va mucho más allá del euroescepticismo y del populismo para adentrarse abiertamente en discursos xenófobos. Discursos que han germinado con éxito en el Brexit en el Reino Unido, o con Donald Trump en la Casa Blanca, ya veremos qué pasa con Marine Le Pen en Francia... Es el discurso que busca alimentar el miedo para aprovecharse de él, la respuesta fácil -que no eficaz- a problemas graves -desde la enorme crisis económica y sus graves derivadas sociales al terrorismo yihadista, por ejemplo- que sufre una sociedad que no ha encontrado respuestas en sus instituciones.