En los últimos días están proliferando, como es habitual por estas fechas, las noticias sobre los resultados de las distintas empresas vascas una vez cerrado el ejercicio de 2016. En general, el balance está siendo altamente positivo, con sólidos incrementos en los beneficios dentro de un entorno que aún no puede calificarse de favorable. Así, hemos tenido conocimiento de los buenos resultados de firmas emblemáticas por su importancia estratégica como Gamesa o Euskaltel y las buenas perspectivas de Iberdrola, que le permitirá repartir un importante dividendo a los accionistas vascos. Esta circunstancia tiene una doble lectura. Por una parte, viene a confirmar la creciente tendencia hacia la recuperación económica pese a que las dificultades son aún abundantes en todos los sentidos. Por otra, supone el éxito en el modelo de gestión basado en el rigor, el conocimiento y la innovación y alejado de parámetros cortoplacistas que a menudo resultan negativos a largo plazo tanto para la empresa en sí como para el entorno y los propios trabajadores. Asimismo, la banca de Euskadi también está aguantando bien el tipo en un contexto nada favorable. Así, Laboral Kutxa ha presentado en el cuarto ejercicio fruto de la fusión entre Caja Laboral e Ipar Kutxa los mayores beneficios de los últimos ocho años al ganar 111,3 millones de euros, un resultado nada desdeñable en un contexto marcado por los tipos de interés cero y la escasez de ingresos. Circunstancias similares a las que ha tenido que hacer frente Kutxabank, que presentó ayer sus resultados, según los cuales consiguió aumentar el beneficio un 12%, un porcentaje muy por encima de la media del sector, al ganar 244 millones de euros el pasado año. Una vez más, los datos del banco vasco fruto de la fusión de BBK, Kutxa y la Vital contrastan con otras operaciones ruinosas, especulativas y fruto de una pésima gestión que se han llevado a cabo con las cajas de ahorro en el Estado español. El añadido de Kutxabank es que su modelo de fusión y de gestión se ha consolidado como el de mayor éxito en todos los sentidos, incluida la solvencia, a la cabeza en el Estado. En este sentido, es destacable que, en función de su propio modelo de funcionamiento, la mitad de las ganancias obtenidas se destinarán a la obra social de las fundaciones de las cajas. En definitiva, para beneficio de todos.
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