“Está indispuesto”. Así justificaba el Baskonia la ausencia del Andrea Bargnani en el día de puertas abiertas para los medios de comunicación en vísperas de la Copa. Fue el único jugador que no atendió a los periodistas, por tanto a los aficionados. El único que no pudo aprovechar la jornada para tranquilizar e incluso alentar a una hinchada algo desinflada por la trayectoria de su equipo en los últimos tiempos. Me cuentan que, efectivamente, el pívot italiano se encontraba enfermo, que no fue un ardid para eludir preguntas incómodas sobre su precario estado físico y/o su decepcionante rendimiento en lo que llevamos de temporada. Me consuela saberlo... aunque ya tiene bemoles que sea precisamente él quien se indisponga justo uno de los raros días en los que el opaco club baskonista se presta -obligado, eso sí- a estrechar un poco la relación entre sus jugadores y los que pagan por verles jugar. Espero que la enfermedad no le impida saltar a la cancha esta tarde ante el Tenerife. Y confío en que saque a relucir por fin el enorme talento que apenas ha dejado entrever hasta ahora. Mismo mensaje para Beaubois, la otra gran decepción con respecto a lo esperado. Porque llega la Copa y no hay más allá. Es hora de despertar, ¡joder!