resulta que, en Burgos, 38 de los 62 aspirantes a alguna de las ocho plazas de bombero ofertadas por el Ayuntamiento han sido eliminados a las primeras de cambio por cometer faltas de ortografía en un dictado. Desconozco si en Vitoria se aplican las mismas reglas aunque, por lo visto, no es algo demasiado habitual baremar de este modo. A partir de aquí surgen las dudas, al menos por mi parte. ¿Es tan importante escribir bien como saber apagar fuegos, tener el valor suficiente para adentrarse en un edificio en llamas y rescatar a una persona o extraer a tiempo a un herido de un coche accidentado? Entiéndanme, que a mí también me parece bien que los profesionales de cualquier disciplina atesoren un nivel mínimo de cultura pero, en este oficio concreto, ¿de verdad es conveniente primar la posible redacción de un informe sobre la consecución en sí del trabajo? No lo tengo muy claro... Bueno, más bien sí. Si alguna vez me ocurre algo, me veo envuelto en un incendio, me pierdo en el monte, sufro un accidente o, simplemente, se me queda el gato atrapado en la copa de un árbol, preferiría mil veces que me enviasen un bombero capaz y resolutivo antes que un erudito en filosofía y/o experto en lenguas muertas. Sinceramente, el tema de conversación sería lo de menos.
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