Hubo un tiempo, lejano, en el que se hablaba de la baraka de José Luis Rodríguez Zapatero, una expresión que en parte escondía la maliciosa intención de restar valor a los logros del que fuera presidente del Gobierno atribuyéndolos a los caprichos de la suerte. Asumiendo la mayor aunque sea como juego retórico, no hay que olvidar que la suerte es caprichosa e igual que llega, se va. Le ocurrió a Rodríguez Zapatero. Y no sé si atribuirlo a un efecto pendular o alguna sibilina ley compensatoria, esa baraka del ex secretario general socialista, de la que fue víctima durante largo tiempo Mariano Rajoy, parece ahora estar del lado del líder popular. Los últimos diez meses son buena prueba de ello. No creo que Rajoy hiciera bien en alegrarse del estado ruinoso en el que se encuentra en estos momentos el PSOE, por aquello del sistema, el establishment y demás, pero con las gafas de la táctica y el corto-medio plazo, ni en sus mejores sueños debió de imaginar que haciendo tan poco el panorama le fuera tan propicio. Una vez más, la manida imagen del presidente del Gobierno en funciones fumándose un puro mientras el cadáver político de otro adversario pasa ante su puerta. Ocurra lo que ocurra ahora en Ferraz, quien gana por el momento es Rajoy.