Son hasta una treintena los ayuntamientos franceses que habían ido prohibiendo el burkini en sus playas a lo largo del verano, fundamentalmente tras el atentado de Niza y, en muchos casos, alegando razones de orden público. Ayer, el Consejo de Estado francés decidió suspender la prohibición de uno de estos municipios, Villeneuve-Loubet, al entender que atenta contra libertades fundamentales. Este decreto prohibía el burkini y toda prenda que “no se ajuste a las buenas costumbres y el laicismo”. El primer municipio en tomar esta medida fue Cannes, cuyo alcalde definió este bañador que cubre el cuerpo de tobillos a cabeza como “un uniforme (?) símbolo del extremismo islamista”. El decreto de Cannes fue avalado por un tribunal de Niza, que consideró que la prohibición de esta prenda se ajusta a la definición constitucional de Francia como una república laica y que el burkini podría entenderse como algo más que “un simple signo religioso” dado el contexto de “estado de excepción y de los recientes atentados islamistas”. Ahora, el Consejo de Estado tumba otro decreto del estilo porque “no hay elementos que permitan deducir riesgos del orden público como resultado de la ropa de baño de ciertas personas”. Esta decisión puede sentar jurisprudencia, mientras el debate político sigue abierto.
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