Pues allá vamos señores, señoras. Otra semana decisiva. No se lo creen. Ya. Comprensible. La verdad es que a estas alturas y con el calor agosteño a tope, el thriller psicológico-político-institucional del año se nos está haciendo bola a todos. Mañana tenemos reunión en la cumbre en Génova para votar sobre las condiciones propuestas por Ciudadanos para apoyar la investidura de Mariano Rajoy. Pero, al margen del morbillo del historial y sospechas sobre algunos de los votantes, el paso básicamente puede servir de bien poco si nada se mueve en la casa del vecino, en Ferraz. El PSOE, o más bien Pedro Sánchez, sigue firme en el no. Y Rajoy sigue sin poner fecha a la investidura, aunque las crónicas cuentan que su Gobierno en funciones ya está preparando en el plan presupuestario que debe entregar a Bruselas para el 15 de octubre. Ahora, que este asunto va a ser otro factor de presión que la Moncloa en funciones utilice para presionar a Sánchez, ni lo duden. No es menos cierto que en Bruselas, donde acaban de perdonar a España una multita considerable por incumplir el déficit -a cambio de leoninos recortes, todo hay que decirlo-, lo de que los Presupuestos de 2017 se retrasen -por ahora sin fecha- debe de sonar a tomadura de pelo. Lo dicho, allá vamos.