Sin voluntad ni intención de dictaminar nada, qué triste fotografía, qué desazón y qué lamentable sensación deja la masacre de Niza. El día en que un país bandera del republicanismo celebra su revolución contra el antiguo régimen -tras la que fueron los demás- y su lema Libertad, Igualdad, Fraternidad, ese mismo día parece ser que un ciudadano de ese mismo país se lleva por delante la vida de más de ochenta de sus vecinos en nombre de no sé qué. Es difícil concentrar más paradojas en menos acontecimientos. Lo que, francamente y opino que para nuestra desgracia -y cuando digo nuestra hablo de la humanidad-, dice más bien poco (bueno) del ser humano. Y luego está el modo. Ese modo de sembrar el terror, de matar, como alguien lo definía ayer, low cost. Estamos acostumbrados y quizá preparados para atentados que requieren logística, financiación, preparación, medios humanos y técnicos. Pero vamos descubriendo que la vulnerabilidad es mayor cuanto más se simplifica el método, que matan las personas y que a las personas no nos hace falta gran cosa para matar. Y ante esto ¿qué? ¿Más seguridad? ¿Cómo? ¿Existe la seguridad total? Me temo que no. Igual, sin olvidar otras medidas ni caer en buenismos hermosos pero vanos, no está de más tampoco volver sobre lo de la igualdad, la libertad...