vaya análisis de la situación se ha sacado de la manga Pablo Iglesias para explicar el bajonazo de Podemos en la repetición de las elecciones generales. Viene a decir, entre otras cosas, que a sus simpatizantes les entró el miedo a ganar, que el vértigo del éxito les echó para atrás en el último minuto y que, en definitiva, muchos optaron por lo malo conocido antes que echarse en brazos de lo desconocido. También argumenta el líder del partido morado que una cosa es que la sociedad agradezca el meneo que le han metido a la política y otra bien distinta que quiera cambiar de verdad. No creo que sean esas las razones de fondo del frenazo electoral aunque, si así fuera, es evidente que de lo que en realidad habla Pablo Iglesias es de falta de credibilidad en su proyecto y en su persona. Si así fuera, quizá estemos más cerca del final de Podemos de lo que cabría suponer hace tan solo unas semanas. Lo que de todos modos resulta chocante es el desatinado diagnóstico de la respuesta popular en esta ocasión cuando, precisamente, ese ha sido uno de los puntos más fuertes de Podemos desde su nacimiento. Yo más bien creo que patinó con su soberbia en las anteriores negociaciones con el PSOE y en aliarse con IU. Ni los comunistas le quieren ni muchísimos de sus votantes originales se sienten comunistas.
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