Desengrasando un poco esta campaña electoral reloaded y bastante aburrida, vamos con una noticia de esas de idiosincrasia: España tiene un bar por cada 175 personas, la densidad más alta del mundo, 260.000 establecimientos a lo largo y ancho de este territorio con Gobierno en funciones y debate ya casi perenne sobre el portero de la selección de fútbol. Al parecer, según los datos de la consultora Nielsen, en España se volvieron a abrir bares en 2015 tras años duros de echar la persiana -30.000 han desaparecido en los últimos siete años- y las previsiones son positivas para este año. El estudio apunta también que el parroquiano -magnífica palabra- es una especie amenazada, lo que me preocupa. En esto de los bares he sido siempre animal de costumbres: mismos bares, mismas rutas, camareros que te acaban conociendo, otros parroquianos a los que acabas conociendo solo por compartir ecosistema durante un tiempo con una frecuencia determinada. A ver, que de vez en cuando nos volvemos locos e introducimos alguna etapa nueva en la ronda, pero siempre con orden, debate y consenso, somos gente sin líneas rojas... bueno, no, algunas tenemos. En fin que, citando a los clásicos, ya saben, bares, qué lugares tan gratos para conversar...