ocho años después, el Baskonia vuelve a la Final Four. Una gesta que hace un tiempo parecía incluso asequible -no en vano disputó cuatro de forma consecutiva entre 2005 y 2008 amén de la final de 2001 ante el Kinder- pero que luego el tiempo y la crisis han demostrado lo difícil que es mantener ese nivel. Y el regreso a la élite continental se produce en el año que, quizá, menos expectativas se habían generado en torno al equipo vitoriano. Acuérdense de que se acababa de cerrar un año gris con la destitución de Crespi y la falta de confianza en Ibon Navarro, los bases Adams y James no valían, Hanga tampoco, un tal Corbacho relevaba al mítico San Emeterio, se marchaba el sorprendente Colton Iverson... Y héte aquí que los hados se conjuran para encontrar en el mercado a un entrenador como Perasovic y, a ultimísima hora, a un pívot como Bourousis. Dos fichajes fundamentales para explicar la transformación de un equipo alicaído en un grupo irreductible con ese carácter competitivo que antaño constituía una seña de identidad incuestionable pero que de un tiempo a esta parte languidecía sin aparente remedio. Ahora, los bases son dioses y Hanga el mejor alero de Europa. Ahora, el resto, incluido el Fenerbahce, teme al Baskonia. Toca disfrutar. Aprovéchenlo.