Ayer tuve cinco minutos libres y no supe qué hacer, así que pegué un toque al despacho de abogados ese de Panamá y creé una empresa offshore, nuevo término para almacenar en este vocabulario tan idiota que manejamos. Vale, me han descubierto, es mentira. En realidad quería hablar del sujeto cuyo nombre tocaba soltar el pasado domingo, labor a la que se están dedicando con esmero y cuentagotas los dos medios de comunicación que han participado en esta investigación (por cierto: entiendo que lo hagan de esa manera, nombre a nombre, como Machado verso a verso, pero estoy ya un poco cansado de este proceder). Puestos a imaginar un nombre que pudiera estar incluido en dichos papeles -aparte de Messi y su padre, que en el tiempo que pasas en el váter crean un par de empresas-, el primero que me vino a la cabeza fue el que anunció a la postre la presentadora de El objetivo: el mejor ministro de Economía y Hacienda que ha tenido esta España de vómito y escupidera: el señor Rato, el de la campanita de Bankia, tlin, tlin, tlin. Y bien mirado, hasta habría sido una humillación para él no estar presente en esos papeles panameños, qué demonios, después de demostrar tanta habilidad en menesteres parecidos. Por cierto, ¿qué nombre toca mañana?