La pretensión, explicitada en los últimos días por PSE y PP, de dar por finalizada la legislatura en Euskadi coincidiendo con el hito temporal de los mil días del gobierno presidido por Iñigo Urkullu se antoja más deseo que realidad. Quizá por el interés de que la apertura de una precampaña electoral en la CAV relativice la sensación generalizada de ineficacia achacable a ambos con que la sociedad vasca contempla los cuatro meses de incapacidad para formar gobierno en el Estado. También, seguramente, en la falsa esperanza de que un adelanto electoral de las legislativas vascas pudiera hacer que estas coincidieran con la cada vez más evidente repetición de las elecciones generales que se celebraron el 20 de diciembre del pasado año y esto permitiese a ambos partidos aliviar lo que las encuestas muestran como importante deterioro de sus resultados. Y quizá, por qué no, por retirar a aquella legislatura en la que PSE y PP se aliaron para arrebatar el gobierno al PNV el dudoso honor de ser por mucho la más corta (1.211 días) de las siete (entre las nueve anteriores) que pueden considerarse completas por cuanto han llegado al cuarto año en el Parlamento Vasco. Que el Gobierno Urkullu haga balance de lo realizado cuando cumple mil días, sin embargo, no significa que la X legislatura vasca se deba cerrar. Aun si el lehendakari es capaz de desgranar datos como las 629 iniciativas puestas en marcha por su gobierno o los 23 anteproyectos de ley enviados al Parlamento, las inminentes aprobaciones de la Ley Municipal, que puede calificarse de histórica, o la Ley de Adicciones; también de mostrar una incipiente -aunque por consolidar definitivamente- mejora de la economía y del empleo; o de señalar los retos a los que se enfrentará nuestro país (estatus político, desempleo por debajo del 10%, PIB por encima del 125% de la media europea...) para el periodo 2017-2020; lo cierto es que a la actual legislatura aún le quedan del orden de medio año en los que seguir incidiendo en las políticas de reactivación económica, en las iniciativas de reconciliación y normalización o en la gestión para el mantenimiento de los servicios sociales que han hecho que la sociedad vasca soporte mejor que otras los embates de la crisis. Debatir sobre un supuesto adelanto electoral solo sirve, por tanto, a quien poco más puede mostrar como aportación a la política vasca.