No se crea, es bastante fácil. Llego, porque siempre he sido muy listico y me he sabido mover, a hacerme con los mandos de una asociación que en su momento pudo tener su sentido y gracia aunque hace ya tiempo que sólo se dedica a subsistir a base de contactos en las esferas políticas y sociales y a explotar un supuesto sentimiento localista. Las instituciones, como tengo colegas en ellas y en los medios de comunicación, me doran la píldora. Además ningún partido se atreve a meterse con ese sentimiento de pertenencia que digo defender. Así que todos los años tengo un convenio a nombre de la asociación que me asegura tener bien el bolsillo. Pero la crisis afecta a las áreas de Cultura y me quitan ese acuerdo, aunque me dicen que si aseguro una mínima actividad pública, me presento en ventanilla y me dan la pasta. Por tanto, me organizo un ciclo de charlas que me cuesta un duro. Los conferenciantes me salen a un café por barba (no es un decir, no cuento con ninguna mujer). Son de aquí, amigos míos y no se van a atrever a pedirme dinero. El local donde se hacen las charlas es público y el alquiler medio me lo perdonan. Y yo muevo mis hilos en los medios para presentar luego ante las instituciones un montón de hojas que justifiquen los euros que me dan. Todo legal.