Un buen vitoriano en bicicleta tiende a ser más joven y tiene las cosas tan claras como un buen vitoriano al volante, aunque hay catalogadas normas protagonizadas por veteranos ciclistas: si se vive en la adolescencia, la bici es un espacio sin claras dimensiones donde se pueden transportar hasta dos pasajeros, porque más ya es riesgo; si se mantiene una conversación con un colega que también va en bici, se invaden los dos carriles del bidegorri y, si hay ganas de aventura, se aguanta hasta el final cuando llega el momento de cruzarse con un ciclista que llega en dirección contraria, por aquello de la inyección adrenalínica; que se va por la carretera y el semáforo se pone en rojo, se sortean los coches y se pasa mirando a los dos lados; que se va por una zona peatonal y se sufre un ataque epiléptico que obliga a incrementar la velocidad como Cipollini y hacer piruetas circenses, el buen vitoriano adolescente en bici se deja llevar limitando a cero los golpes con los peatones, dentro de lo posible; que transitando por el bidegorri hay que esperar a que el semáforo se ponga en verde porque además el paso de cebra está infestado de buenos vitorianos al volante que no avanzan, se pasa siempre procurando no desmontarse en ningún momento. Así se maneja un buen vitoriano en bici. ¿Estamos?
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