Llevo un par de meses largos esquivando la gran pregunta: ¿y qué va a pasar? He decidido mutar en una especie de oráculo de Delfos, que lo mismo blanco que negro, jota que bolero. Así que hoy dejo para otros los vaticinios y me quedaré con el show. Y reconozco que no estuvo mal la sesión del miércoles del Pleno de investidura. Admitamos que como ejercicio de eso, de investidura, fue curioso, porque el presidente en funciones actuaba de líder de la oposición pero se marcó una intervención en modo jefe de Gobierno -y digo modo, no fondo- animador de su afición y el hasta ahora líder de la oposición, que actuaba como candidato a la Presidencia, ejerció como si ya la tuviera. Es el apasionante tira y afloja entre el juego de culpas y la voladura de puentes al que estamos asistiendo, pese a que todos dicen que quieren llegar a acuerdos. De todo, y vuelvo al show, me gustaría quedarme con la ristra de referencias históricas que se marcó Mariano Rajoy para adobar de sarcasmo sus pullas a Pedro Sánchez y Albert Rivera. Le han llamado antiguo por citar el pacto de los Toros de Guisando o el bálsamo de Fierabrás. Pues yo agradezco que en un discurso se traiga, si es pertinente, una cita a Lope de Vega, lo mismo que a Manu Chao, como hizo Pablo Iglesias, ¿por qué no?