Imbuido por los mensajes políticos y empresariales sobre la necesidad del emprendizaje, queriendo empoderarme a mí mismo, sin necesidad de coach pero convencido por activa y por pasiva de que efectivamente en chino la palabra crisis también significa oportunidad, he intentado planificar mi futuro desde el barrio de Coronación ahora que Europa y el mundo van a invertir energías, dineros e ideas para darle la vuelta a la vida de los que allí habitamos. La solución, una tienda especializada en quesos del universo con el público objetivo de los hipster como sector preferencial, un espacio donde lo local sea preferente al tiempo que contamos con lo internacional para poder conformar el producto glocal, un queso para unirlos a todos pero desde la individualidad y la especificidad que ofrece el artículo en cuestión. Para hacerme el gracioso pero el elegante al mismo tiempo, el local se iba a llamar Ratoncito’s con apóstrofe a lo anglosajón como sinónimo de contemporaneidad moderna, mundial y transgresora a la par que cercana y llamativa. Y digo iba porque planteado el proyecto a quienes iban a acompañarme en la propuesta como socias capitalistas y caras hacia la clientela se me llevan descojonando tres o cuatro semanas. Así no se puede.
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