Todo buen vitoriano al volante tiene las cosas muy claras. Las situaciones comprometidas las resuelve con decisión: que se trata de ir a comprar el pan a La Vitoriana de la rotonda, se para en la rotonda, que aún queda asfalto para los demás; que la rotonda tiene bidegorri protegido por bolardos de plástico, se para en la rotonda y quizás se realiza un experimento sobre la dureza del bolardo; que se trata de esperar o avanzar y quedar varado sobre el paso de cebra cuando se tiene el semáforo en verde, se avanza siempre porque de todos es conocida la beneficiosa influencia de la pintura blanca sobre el neumático y, además, durante la posterior espera a un nuevo verde semafórico, se observan peatones; que no hay sitio para aparcar durante la comida o a la hora del marianito, creatividad: una acera grande es un lugar perfecto para estacionar, un paso peatonal, siempre un refugio y una zona de carga y descarga, simpáticos colores; que hay que realizar un cambio de sentido en la Avenida de Gasteiz, se aprovecha la primera oportunidad aunque la señal lo impida, porque sólo es una señal; que hay que atravesar una rotonda, jamás se usan los intermitentes, no vayan a enterarse los demás de la siguiente maniobra, y además son para otra cosa. Un buen vitoriano al volante nunca duda. ¿Está claro?
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