La reunión que mantuvo ayer el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el portavoz parlamentario del PNV, Aitor lEsteban, dentro de la ronda de conversaciones con los representantes de los partidos políticos de cara a la posible investidura del líder socialista dejó clara la actitud de la formación jeltzale de disponibilidad para un posible acuerdo siempre que su contenido programático recoja unas líneas básicas asumibles -la denominada agenda vasca- sin que ello suponga “líneas rojas” pero tampoco “cheques en blanco”, así como la posición del candidato, favorable, en principio, a sumar todos los apoyos posibles pese al evidente choque entre las propuestas de algunos de los posibles socios. Por ello, parece razonable el talante con el que el PNV afronta este proceso. Su histórica trayectoria pactista -de la que siempre hace gala y ha ejercido siempre que ha podido- avala su actitud de tender la mano a Sánchez, pero siempre con un contenido favorable a los intereses de Euskadi que la formación jeltzale defiende. Consciente de que sus seis diputados solo pueden ser trascendentales si previamente Sánchez consigue un acuerdo con otro u otros partidos, el PNV plantea la necesidad de que el candidato asuma la necesidad de contar con una agenda vasca para esta legislatura y, al mismo tiempo y como resulta obvio, que cualquier pacto previo necesario del PSOE con otro partido para la formación de gobierno no entre en contradicción con los planteamientos jeltzales. Una agenda vasca que, por otra parte, es la misma que el propio PNV viene ejerciendo en Euskadi: autogobierno y nuevo estatus, consolidación de la paz y la convivencia tras el fin de ETA y medidas para la salida de la crisis. Un planteamiento no solo asumible, sino necesario para un futuro gobierno “progresista” como el que, según sus propias palabras, pretende conformar Pedro Sánchez. No se trata, como afirmó Ortuzar, de “líneas rojas” sino de pura coherencia y lealtad con sus electores. De ahí la dificultad de que un acuerdo con Ciudadanos, si mantiene sus posiciones contrarias al Concierto y a que Euskadi pueda alcanzar mayores cotas de autogobierno, pueda ser apoyado por el PNV. En definitiva, es Sánchez quien debe mover ficha y marcar unas líneas programáticas sólidas para un acuerdo que contenga la agenda vasca básica.