¡Venga, alégrame el día! Y no voy precisamente de Clint Eastwood animando al malo a moverse para poder pegarle un tiro. Utilizo la frase de Harry el Sucio en Impacto súbito con la sincera esperanza de que algunas cosas empiecen a arreglarse, que ya está bien de tantas malas noticias y tantos inútiles gestionando cosas importantes de repercusión general. Van pasando los días, las semanas y ya estamos hablando de meses, y los rectores de la cosa pública siguen enredados en estériles tertulias con Felipe -por si no sabíamos todavía lo inútil que es la Casa Real en lo que a nuestros problemas se refiere- sin ser capaces de ponerse de acuerdo para atender a los requerimientos del pueblo que les votó y que a este paso les botará. Me pregunto, por cierto, si es compatible que Rajoy se dé el lujo de rechazar dos veces el encargo de formar gobierno y seguir cobrando un sueldo mensual del erario como presidente en funciones sin otro afán que los rivales se den el gran tortazo. Ahora le toca a Pedro Sánchez, que al menos ya ha mostrado su disposición a hablar con los demás. Ya veremos si es capaz de seducir a Pablo Iglesias, Albert Ribera y nacionalistas varios o si nos veremos abocados a nuevos comicios en los albores del verano. Venga, alegrénme el día y empiecen a trabajar de una puñetera vez.