la metáfora del estreno de un cuaderno reluciente, que pasa página respecto a lo que deja atrás y cuya primera hoja en blanco se abre expectante para llenarse de contenidos y un ilusionante futuro suele repetirse al empezar un curso escolar, al iniciarse una etapa en tu vida o un nuevo ciclo político. De alguna manera, con el cambio de Alcaldía, Vitoria ha abierto un cuaderno para un nuevo proyecto de ciudad cuyo dibujo, sin embargo, nadie se aventuraba a definir. Y es que la necesidad del cambio vino determinada por la urgencia de desalojar a Javier Maroto tras la encendida polémica a cuenta de las ayudas sociales a los inmigrantes extranjeros. Pero luego la premura fue tapar el agujero económico que Gorka Urtaran dijo haber heredado de su antecesor -parecido al que Maroto reprochó a Patxi Lazcoz o éste a Alfonso Alonso- o el efecto paralizante de una deuda municipal de 68 millones. Más tarde, entre que el PSE deshojaba la margarita sobre su entrada en el gobierno y la dilatada negociación presupuestaria con los grupos de izquierdas, entre ponte bien y estate quieto se cumplen ya ocho meses. La aprobación de las cuentas y la puesta de largo del proyecto del barrio de Coronación parecen ahora empezar a escribir el cuaderno nuevo, aunque aún falta un dibujo que lo enmarque de color.
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