si hay una ciudad en la que los euskaldunberris -a quienes se ha dedicado el Día Internacional del Euskera celebrado ayer- han cobrado especial protagonismo en las tres últimas décadas es particularmente Gasteiz. Desde aquel 4% de población euskaldun que Araba registraba en 1981 hasta el 25% actual, el euskera no sólo ha multiplicado por seis el número de vascoparlantes en este territorio, sino que además hoy ocupa un lugar de prestigio, preferencia en la enseñanza y de aceptación social que debe ser motivo de orgullo para los miles de euskaldunberris que han hecho posible esta gran transformación sociolingüística. Quedan aún algunos frenos, pero no tienen nada que ver con las grandes barreras que se levantaban en los años 80. Que el procurador de Ciudadanos Miguel Ángel Carrera se desmarque de la declaración institucional unánime aprobada por todos los grupos de las Juntas Generales de Álava en reconocimiento a la aportación de los euskaldunberris con el estúpido argumento de que el euskera es una imposición suena hoy extemporáneo y ridículo. O que el exdiputado general Javier de Andrés soltara aquella boutade de que el euskera es un instrumento para excluir a los alaveses de la administración pública resulta hoy igualmente una sandez, que contrasta además con la actitud de otros compañeros de su partido como Javier Maroto, que ha hecho el esfuerzo de incorporar con normalidad un euskera fluído en sus discursos. Puede que en el subconsciente de los sectores más cerrados de la sociedad alavesa anide todavía la idea de que el euskera es un obstáculo y no una riqueza. Pero la realidad, para quien no se quiera vendar los ojos, es que el euskera se asocia hoy con dinamismo, ilusión, modernidad, diversidad y espíritu abierto. Así lo acreditan las iniciativas impulsadas en Gasteiz por los euskaltegis -y su exitoso Mintzalaguna- o la efervescencia de Oihaneder Etxea. Los retos que afronta hoy en euskera en Araba ya no tienen que ver con su legitimación, sino con la extensión de su uso cotidiano en la calle -más allá de la escuela o los círculos académicos-, en el consumo de productos culturales, en los espacios de ocio o en la empresa, incluso conviviendo en una nueva realidad multilingüe con el erdera, el inglés o hasta el árabe. Y ahí es donde el lema de este año Gasteiz, bete euskara egunero cobra su pleno sentido.