Quienes estuvimos en el paseíllo entramos con carteles y una pancarta de denuncia de las agresiones sexistas en fiestas de Euskal Herria y reivindicando unas fiestas igualitarias y no discriminatorias. Puedo entender que la acción no sea compartida por todos, pero ninguna de las mujeres alineadas pacíficamente frente a una cuadrilla de blusas agredimos a nadie. Nuestras armas eran la voz y nuestros cuerpos.

La reacción de la Comisión de Blusas y Neskas fue desproporcionada en su forma y contenido, acusándonos de agresiones y coacciones y manifestándose bajo el lema No nos defendéis, nos ofendéis. Quizás sea esto lo más grave. El movimiento feminista no ha dicho nunca defender a las neskak; en todo caso luchamos por los derechos de todas las mujeres para vivir en este mundo sin discriminaciones. Esto incluye su derecho a formar parte de las cuadrillas de blusas, en las que hasta hace poco no había mujeres.

Esa manifestación bajo el lema mencionado y contra el movimiento feminista hace flaco favor a la lucha contra la violencia machista y nos desvía de la denuncia. Hubiera sido más productivo cargar con tanta contundencia contra las agresiones sexistas.

Dice el presidente de la Comisión de Blusas y Neskas que “se les ha maltratado, se ha ido a por ellos y han sido agredidos”. Me parece de una perversión y una apropiación sin reflexión alguna y decir que “seguirán luchando contra las agresiones sexuales como vienen haciendo desde siempre” roza la ironía. Nosotras no hemos coincidido todavía con ellos en esta lucha y si a partir de ahora lo van a hacer, bienvenidos sean.

Esto no es una pelea entre blusas y feministas, sino un problema estructural que incumbe a toda la sociedad y donde todas las partes tienen su responsabilidad. Os invitamos a abrir un debate sobre qué modelo de fiestas queremos; nosotras optamos por unas fiestas respetuosas y diversas.