Por todos es sabido que los políticos manipulan y practican el juego sucio del poder, habituados a andar por las cloacas de la moralidad. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, su administración y el Senado demócrata actual del país norteamericano han quemado su último cartucho con el fin de no hundirse en las próximas elecciones. Al igual que los típicos manifestantes antiamericanos han recurrido al tópico fácil: echar la culpa de todo a CIA y al anterior gobierno de George W. Bush. No digo que la CIA sea inocente y algunas de sus prácticas sean repulsivas, pero dudo mucho que el gobierno demócrata se entere justo ahora de lo sucedido. Oportunismo político sucio y rastrero, eso es lo que han hecho los demócratas. Para ello ponen al país en peligro y desprestigian una agencia cuya única finalidad es la defensa de las libertades de las que disfruta América, las mismas que permiten que sus dirigentes les vendan para intentar evitar la debacle. Si la Agencia no es respaldada, ningún agente hará nada sin permiso y sin autorización. Pese a que nos pese, para protegernos muchas veces es necesario, por hipocresía política, que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Eeo sí, sin amputar luego la mano que sujeta el escudo protector de América.
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