vitoria sería una ciudad mucho más gobernable y los grandes proyectos estrella irían sobre ruedas si hubiera un único partido. Uno cualquiera, pero eso sí, un partido de orden. El sistema educativo también sería más cómodo si hubiera una única línea lingüística -modelo A, por ejemplo, para facilitar las cosas- y la misma clase de religión para todos. Hablando de religión, sin duda habría menos disputas sin todos profesáramos la misma -la verdadera, por supuesto- y comulgáramos hermanados. Igualmente ayudaría a la convivencia que no viniera nadie de fuera de Vitoria -o mejor, de fuera del Ensanche- y menos extranjeros del hemisferio sur a decirnos cómo tenemos que hacer las cosas aquí o a aprovecharse de nuestras ayudas. Y de paso, que leyéramos todos el mismo periódico -el de toda la vida, claro- para que compartamos una única perspectiva de la vida. Es lo que seguramente piensen en su subconsciente aquellos que han montado el cólera porque alguien haya solicitado que los agentes de la Policía Local -como otros funcionarios de la administración- pudieran atender a los ciudadanos en las dos lenguas de la ciudad. Lo piensan en su fuero interno, pero muchos de ellos tienen aun la desfachatez de exclamar en voz alta eso de "a mí me hablas en cristiano".