posiblemente estamos viviendo uno de los peores momentos de nuestra historia moderna. Los retos que tenemos por delante son de una gran complejidad y las perspectivas en gran medida nos producen una gran incertidumbre. Personas que han perdido el empleo, jóvenes que no encuentran su primer empleo, empresas que por diversos motivos no consiguen mantener su actividad y caen. Pero es ahí donde debemos ser conscientes de lo que somos, de dónde estamos y de lo que somos capaces todos juntos de hacer. Tenemos sectores productivos que son en la actualidad competitivos a nivel mundial. Una industria que ha ido evolucionando hacia un alto nivel tecnológico y que también a día de hoy está teniendo mucha actividad y apunta hacia importantes niveles de crecimiento, con un sector servicios que está adquiriendo una gran importancia. Además, tenemos una magnífica red de I+D+i con altos niveles de eficiencia. Porque Euskadi tiene un gran futuro por delante. Pero ese gran futuro lo tendremos que alcanzar, como siempre nos ha tocado hacer, con mucho esfuerzo, mucho trabajo y un gran compromiso.
Para superar todos los retos que tenemos que asumir necesitamos personas muy bien preparadas, porque son ellas las que dan el conocimiento, la creatividad y la genialidad a las ideas y a los proyectos. Y, además, son ellas las que ponen en marcha esos proyectos. Afianzar el camino de la recuperación y del crecimiento de Euskadi y hacerlo de forma sostenida en el tiempo supone contar con esas personas bien preparadas y con empresas muy competitivas. Porque sin empresas no hay futuro y sin personas bien preparadas, tampoco.
Necesitamos personas con mayor conocimiento y mejores capacidades. Un conocimiento que engloba tres elementos fundamentales: la tecnología, la ciencia y las humanidades. Tres elementos que deben sumarse para que las personas entiendan el qué, el porqué, el cómo y el para qué de las cosas. Desarrollo personal y desarrollo profesional con unos valores bien arraigados en una sociedad moderna, cohesionada, solidaria y competitiva. Y en todo ello la educación y la formación juegan un papel fundamental.
La nueva Ley de Educación (Lomce) va exactamente hacia el camino contrario. No solo no respeta nuestra singularidad y nuestras competencias, sino que frena el gran trabajo que se ha hecho a lo largo de los años en el sistema educativo vasco. Un trabajo compartido, consensuado y acordado entre sensibilidades y formas de trabajar diferentes. Un gran trabajo realizado por muchas personas, con el que estamos consiguiendo unos resultados que nos sitúan por encima de la media europea.
Para la Formación Profesional vasca, la Lomce es un despropósito. Vuelve a crear un doble itinerario: el de los buenos y el de los torpes. Como ocurría en los años 70, la Lomce dirige a los buenos estudiantes hacia el bachillerato y la Universidad y a los que, desde un punto de vista trasnochado e injusto y con una perspectiva muy corta de miras, considera menos brillantes los deriva hacia ese itinerario dirigido hacia la FP.
Pero en Euskadi no existen personas torpes. Existen personas con diferente nivel de conocimientos o con diferentes capacidades y destrezas. O personas que, por diferentes problemas, no pueden cursar sus estudios con normalidad. Y a todas ellas se les proponen itinerarios educativos y de Formación Profesional flexibles y adaptados para que puedan desarrollarse con normalidad tanto en su ámbito personal como en el profesional.
En la FP del País Vasco necesitamos personas con una buena formación general que les permita acceder posteriormente a un amplio conocimiento técnico y a una adecuada preparación para desarrollar su trabajo. Los técnicos cualificados y mandos intermedios suponen el 70% de los puestos de trabajo de las empresas de nuestro sector industrial. Y la competitividad del País Vasco nos la vamos a jugar en gran medida con esos técnicos cualificados y esos mandos intermedios.
Pero la Lomce no solo no nos permite seguir trabajando como lo hacemos en la actualidad, sino que nos plantea un modelo que prepara a un número muy importante de personas con un muy bajo nivel de formación. Personas que no habrán terminado ni siquiera la ESO y accederán a la FP sin los conocimientos necesarios que les permitan prepararse para trabajar en unos sectores productivos con actividades cada vez más complejas. La FP en la Lomce avanza hacia atrás, consolidando un modelo antiguo, caduco y que dio hace años muy malos resultados. En el País Vasco necesitamos que las personas salgan del sistema educativo aún con mayor conocimiento y con nuevas competencias adquiridas. Necesitamos un modelo de FP flexible, porque los modelos estáticos como el que plantea la Lomce, en una sociedad en constante evolución, no tienen ningún sentido. Porque necesitamos ajustar bien los perfiles profesionales y la formación para alcanzarlos, teniendo como objetivo la demanda real de nuestros sectores productivos y las posibilidades de empleabilidad de las personas.
La FP en Euskadi ha ido desarrollando, a lo largo de los últimos 18 años, un sistema que respondido con garantía y eficacia a las diversas necesidades de nuestro sistema productivo, tanto en el ámbito de la competitividad como en el de la empleabilidad. Se ha hecho un trabajo inmenso a lo largo de esos años. Sin olvidar su gran tradición, la FP vasca debe ahora desarrollar y trabajar esquemas diferentes e innovadores. No podemos ir hacia atrás. Si la economía del País Vasco necesita crecer, sus empresas quieren ser más competitivas y las personas precisan estar más preparadas y cualificadas, es fundamental que la FP se prepare y desarrolle un nuevo esquema organizativo, una nueva estructura formativa que avance por nuevos caminos innovadores, algunos aún desconocidos, y que se sume al trabajo para conseguir que se produzca ese avance que necesitamos en nuestra sociedad, en nuestras empresas, en nuestros capital humano y en nuestros sistemas de formación.
Lo que no necesitamos es una Ley que nos retrotraiga a hace 40 años y que no nos permita dar las respuestas adecuadas a los retos del presente y del futuro. Porque la FP vasca no puede mantener una actitud defensiva ante una situación de marcada complejidad.
Con diálogo y con acuerdos, construyendo sobre lo construido y trabajando sobre la base de lo ya trabajado, la FP del País Vasco seguirá avanzando para abrir nuevas posibilidades de desarrollo que nos permitan conseguir nuevos objetivos y mejores resultados respecto a la empleabilidad de las personas y a la competitividad de las empresas. Y todo ello a pesar de la Lomce.