estamos contentos porque por fin carbura el Alavés. Ya ha ganado en Copa y en Liga, ya está todo más tranquilo por la demostración de poderío ofrecida ante el potente Sporting. Se respira otro aire, se diría que hasta ha remitido la crisis, al menos la sentimental. Quizá les parezca exagerado mi análisis pero sepan que gente mucho más inteligente que yo, o como mínimo más poderosa, aseguran que aún me quedo corto al relacionar fútbol y estado anímico de las personas. Sean conscientes de que estamos inmersos en un periodo, pásmense, de veintitrés días seguidos de fútbol. Sí, sí, 23. El ciclo empezó el pasado 14 de septiembre con la disputa de los primeros encuentros de la cuarta jornada de Primera División y acabará el domingo 8 de octubre con los últimos coletazos del octavo episodio. Están ya programados partidos para todos los días, tanto domésticos como europeos de Champions y Europa Liga. Sin ir más lejos, la quinta jornada acabó anoche con el Espanyol-Athletic y hoy mismo comienza el sexto capítulo liguero que durará hasta el jueves, un día antes de que se inicie el séptimo. Y así, todo seguido, hasta completar el periplo de 23 días que nos evadirán de la realidad, nos darán temas de conversación más allá del lacónico y recurrente "voy tirando" con el que responde la gente cuando preguntas qué tal va todo. Sólo falta que vuelva el Tomate -aunque dignos sustitutos ya tiene-, que Cine de Barrio pase a ser diario en vez de semanal y que resuciten Noche de Fiesta para que seamos felices del todo.
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