HE hecho un ejercicio de hemeroteca. He buscado fotografías de Bashar al Asad, hoy sanguinario represor de la oposición en Siria, presidente del país y sospechoso de haber utilizado armas químicas en sus correrías guerracivilistas. En apenas una década de imágenes me he encontrado, a vuelapluma, a nuestro protagonista en sonrientes instantáneas con Nicolas Sarkozy, Manuel Chaves, Juan Carlos I, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, ¡con José María Aznar!, Silvio Berlusconi, Lula da Silva y una larga lista de cargos estadounidenses, desde Nancy Pelosi, presidenta entonces de la Cámara de Representantes, al hoy secretario de Estado y entonces senador John Kerry, el expresidente Jimmy Carter... Incluso una imagen de 2003 del ministro de Exteriores sirio con Colin Powell. También se le ve mucho con personajes con menos label en Occidente, tipo Ahmadineyad o Chávez, incluso con otro aliado caído como Mubarak, pero entonces era bueno y daba igual. La comunidad internacional le ha hecho -le hemos hecho- a este señor la ola cuando sucedió en democrático ejercicio a su padre; alguien nos vendió la moto de que era un tipo aperturista con aires democratizadores... un poco lo de Mohamed VI en Marruecos versión Damasco. Ahora vamos a bombardearle, parece. Paradojas de la diplomacia internacional y sus muchos espurios intereses. Nos salió rana. La solución del bombardeo es el reflejo de la impotencia y el desatino. Ya no le hacemos la ola, ya no interesa, ya no es sostenible.