el joven gasteiztarra de 19 años Jon Jerónimo Mendoza Ruiz, que ayer vivió durante unos minutos entre la vida y la muerte al quedar atrapado en el angustioso montón humano que se formó a la entrada de la plaza de toros de Pamplona, estudiante de los Escolapios de Vitoria y participante en campeonatos de ajedrez en su etapa escolar, calculó bien su movimiento sobre los escaques del encierro, pero no contó con circunstancias ajenas al tablero. La fotografía que DNA publica hoy en la página 4 en la que aparece el joven revela detalles como que vestía del blanco impoluto que impone el ritual de la fiesta y que no pasaba precisamente por su cabeza jugarse el tipo delante de los astados, pues se aprecia cómo fue de los primeros en llegar al fatídico punto cuando se empezaba a agravar el montón -los toros estaban aún lejos- y posiblemente, desde su inexperiencia y juventud, sólo buscaba sumarse con sus mejores ganas a las participativas fiestas -y bajo el influjo de la adrenalina del encierro- de su ciudad vecina. Pero Jon no contaba -como el resto de la veintena de jóvenes heridos, aunque no tan graves- con que la ecuación de fiestas y masificación puede esconder aciagas pasadas sin buscarlas, algo que no es exclusivo de los Sanfermines y que también responde al fenómeno social de la globalización. El sobrecogedor montón volvió a abrir el eterno debate sobre la masificación del encierro y las medidas de seguridad, que fallaron en el coso taurino. Pero resulta difícil limitar lo desmedido, poner puertas al campo o cuestionar el carácter popular, espontáneo y hasta anárquico que caracteriza la frenética carrera de Pamplona y que le hace ser, aun con su tensión y dramatismo, o precisamente por eso, un evento de proyección internacional sin par. Otra cosa es que, en los Sanfermines como en todas las fiestas populares -ayer mismo la localidad vizcaína de Armintza suspendió sus festejos tras el fallecimiento del joven Xabier Jauregi al desnucarse en el muelle-, sea necesario apelar al sentido de la medida a la hora de vivir la juerga y reflexionar sobre la actitud de muchos jóvenes que se dejan llevar por el abuso del alcohol. Es evidente que no era el caso de Jon Jerónimo Mendoza, pero él ha estado a punto de pagar muy caro las circunstancias que rodean a todas las fiestas.