el telegrama enviado a París por el rey prusiano Guillermo I, pero convenientemente manipulado por su premier Otto von Bismarck para soliviantar los ánimos franceses, se hizo famoso por haber terminado provocando una guerra, pero también evidenció la habilidad del canciller de hierro en el manejo de sus canales. Sus enseñanzas -aun inconscientemente- han calado más de lo que parece en las prácticas de muchos gobernantes, aparatos de partidos políticos o simples juntas de asociaciones socioculturales que apuntalan su peana en la comunicación vertical -convenientemente maquillada- con sus gobernados, afiliados o socios, pero evitando relaciones o debates horizontales entre ellos que puedan derivar en críticas o incómodas disidencias. Algo así parece haber descubierto el Ayuntamiento de Vitoria 2.0, pionero en promover la comunicación con sus vecinos a través del buzón ciudadano de e-mail, Iphone o Twitter, pero siempre de forma vertical. El equipo gobernante se ha esmerado en un encomiable esfuerzo tecnológico para desarrollar sofisticados canales, pero no ha pensado ninguna iniciativa para favorecer el debate horizontal entre los vitorianos en ágoras abiertas en la plaza pública, ya sea ésta en sentido figurado, físico -aunque habría que empezar por quitar el mamotreto que corta el espacio en la Virgen Blanca- o virtual. Y es que el truco de Bismarck para provocar la guerra estaba en sus cables con las embajadas francesa, inglesa y española, pero cuidando de que no hubiera comunicación horizontal entre ellas. Y eso ya en 1870 y sin Internet.