hoy 24 de mayo es un día especial. Se conmemora el Día Internacional de las mujeres por la Paz y el desarme. Y como todo lo que tiene que ver con la situación de las mujeres en el mundo, con la realidad de la discriminación en todos los ámbitos de la vida, esta efemérides pasará de largo en la mayoría de foros de debate y políticos, aunque es posible que en algunos círculos hagan algo que tenga que ver con las apariencias y la imagen.

En 1915, en plena guerra mundial se celebró en la Haya el primer congreso internacional de mujeres. La cuestión de guerra y paz estaba en el centro del huracán de la preocupación feminista, un desarrollo lógico de la necesaria posición de ciudadanía e igualdad plena de las mujeres. "Nosotras las mujeres, reunidas en el congreso internacional, protestamos contra la locura y el horror de la guerra, ya que implica un sacrificio insensato de vidas humanas y la destrucción de todo lo que la humanidad ha tardado siglos en conseguir". Durante muchos años las mujeres han construido un recorrido de teoría y práctica política que enseña al mundo claves de táctica y estrategia para la paz. Ellas han denunciado las consecuencias que los conflictos armados tenían sobre la población civil, han creado redes de apoyo y han iniciado campañas de presión contra los actores armados. Desde su identidad como mujeres y desde su propio orden socio-simbólico -que les permite trascender determinadas divisiones sociales- han demostrado además que pueden trabajar juntas para la Paz.

Muchas han escrito sobre justicia y paz. Otras muchas han sido activistas y han acompañado con pacifismo sus reivindicaciones civiles y políticas. Las sufragistas, en la lucha por nuestro derecho al voto, tomaron las calles para practicar el pacifismo como opción de vida y de reivindicación, inventando prácticas de resistencia que luego serían utilizadas por otros movimientos sociales posteriores.

Todo el siglo XX ha sido testigo de activistas pacifistas que han enarbolado la bandera de una vida digna para todas las personas, para todos y todas. Las mujeres de negro israelíes y palestinas y las de la antigua Yugoslavia unieron sus manos sobre enfrentamientos entre bandos enemigos. Las mujeres del campamento de Greenham Common ofrecieron un ejemplo mundial de lucha por la defensa de la naturaleza. Las madres y abuelas de la Plaza de Mayo inquietaron el asentamiento de la dictadura argentina y no dejan de buscar a los familiares desaparecidos y secuestrados. Las mujeres de la ruta pacifica se unen en Colombia para la tramitación negociada del conflicto armado, mostrando el camino de la reconstrucción moral, ética y cultural de cada pueblo. Las mujeres feministas de Code Pink aúnan sus esfuerzos para conseguir el fin de la guerra de Irak. Las mujeres liberianas -musulmanas y cristianas- tuvieron un papel fundamental en las negociaciones de paz que pusieron fin al conflicto.

Además de las nobeles de la paz -leyendas vivas de vidas impresionantes-, hay una mujer muy especial como Rosa Parks, figura emblemática de la resistencia pacífica como herramienta de lucha política. Su mirada de mujer negra en aquel autobús lleno de hombres blancos y su negativa a ceder el asiento a uno de ellos y colocarse en la parte trasera -como mandaba la ley- fue un acto inicial del movimiento por los derechos civiles en EEUU. Y otro nombre propio que hemos conocido estos días es el de Bonnie Ras, una mujer nacida en Nueva York, madre de dos hijas, que ha conseguido por primera vez, entre insultos y botellazos de los ultrarreligiosos judíos, rezar ante el muro de las lamentaciones en un ritual prohibido por los rabinos a las mujeres. Junto con estos movimientos, han existido mujeres con nombre propio que han protagonizado historias ejemplares. Son heroinas que toman la escritura fina con la que se escribe la historia de la libertad de las personas. Son muchas y es un deber de la sociedad sacarlas del anonimato y colocarlas en el lugar de la historia que merecen.

Cada una de ellas en un lugar geográfico distante, en un siglo diferente, poseedoras de una raza, color y religión diferentes, y sin embargo mostrando una reivindicación que las une: derecho, justicia y libertad. Y con el signo identitario de una lucha pacifica contra la opresión.

Hoy es un día especial. Para que las mujeres sepan de su historia y de sus conquistas y para que los hombres, que siguen organizando desde los escenarios de toma de decisiones la vida de las sociedades, aprendan ese legado y vean la necesidad de compartir entre todos y todas las capacidades y sabidurías para construir un mundo de paz libre de toda violencia.