MARIANO Rajoy cumplió ayer su compromiso adquirido públicamente una semana antes y difundió a través de la web de La Moncloa sus retribuciones y un resumen de sus declaraciones de la renta desde el año 2003 -año en que abandonó el Ejecutivo presidido por José María Aznar- hasta la actualidad. Pero si el objetivo de este ejercicio de supuesta transparencia era acreditar que, al menos él, no ha cobrado sobresueldos del PP tal y como parece deducirse de la presunta contabilidad B del partido que se ha publicado y atribuido al extesorero Luis Bárcenas, el presidente español se podía haber ahorrado esta -limitada- exhibición pública. En primer lugar, porque, como se esperaba, esos documentos no prueban absolutamente nada ni despejan dudas sobre un posible cobro de dinero en sobres, por razones obvias. Pero es que, además, siembra alguna duda razonable al respecto y proyecta una imagen nefasta no ya solo sobre el propio Mariano Rajoy sino sobre el PP y, en consecuencia, sobre los políticos y los partidos en general. En un caso como este, en el que un alto cargo público desnuda sus ingresos y patrimonio, es difícil sustraerse al morbo por conocer sus rentas y bienes. Pero en el caso del presidente del Gobierno este hecho va mucho más allá de la simple curiosidad. Si hace una semana Rajoy proclamó su honradez y respondió a las dudas con un solemne "yo no he venido a la política a ganar dinero", la publicación de sus cuentas revela que en el ejercicio de la política ha ganado mucho dinero y ha atesorado un patrimonio muy importante. Comprobar que ha ingresado dos millones de euros brutos por rentas de trabajo durante diez años o que ha cobrado en algunos ejercicios hasta tres sueldos (en el Gobierno, en el Congreso de los Diputados y en el partido), además de otras rentas por inversiones, ha sido revelador para muchos ciudadanos. Pero, además, los papeles de Rajoy muestran también detalles poco elegantes, como importantes subidas de sueldo durante estos durísimos años de crisis. En especial, estos incrementos tienen lugar a partir de 2008, casualmente cuando, según se ha publicado, el PP acabó con los presuntos sobresueldos y en cantidades sospechosamente muy similares a las que se le atribuían a los pagos en negro de Bárcenas. La sombra de la duda sigue, corregida y aumentada.