la conclusión de un reciente seminario internacional celebrado en Roma sobre Cultura postmoderna y verdad se puede resumir en una sola frase: "La autoridad, ya sea religiosa, política, económica o científica, no tiene la posesión de la verdad". La verdad se construye en la interacción entre personas diferentes. Este es el cambio cultural que define el paso de la modernidad a la postmodernidad.

El proceso de individualización ha sido un proceso de emancipación de las personas con respecto a los grupos como la familia, la etnia, el Estado-nación, grupos religiosos o partidos políticos. Los principios que constituyen la base de la individualización son la destradicionalización, la posibilidad de la decisión individual y la asunción de la responsabilidad de las consecuencias de las propias opciones. Desde una lectura ética, el individualismo es una cultura que favorece la autonomía personal y la asunción de la propia responsabilidad. Representa la superación de estructuras colectivistas y la construcción de vínculos sociales desde el respeto a la individualidad y tolerancia de diferencias.

Para cooperar, los individuos tienen que ser autónomos. La dependencia hace inviable la cooperación. La interacción libre entre personas autónomas facilita la emergencia de nuevas realidades grupales, ideas, sentimientos y proyectos que han sido construidos entre todos los que comparten la experiencia. Este es el camino para la construcción de la verdad y de las normas éticas.

Pero la autonomía personal significa también la pérdida de refugios como la nación o el Estado, instituciones jerarquizadas que deciden por los ciudadanos, y religiones universalistas que marcan el camino a seguir en la vida. Como ciudadanos, somos responsables del funcionamiento de estas instituciones y tenemos que exigir transparencia, así como participar en su gestión. En la era del conocimiento y la innovación, los liderazgos tienen que ser compartidos.

Soy consciente de que estoy cargando la responsabilidad del cambio sobre las espaldas de los ciudadanos. No veo otro camino. La historia demuestra que es muy difícil que un colectivo de personas renuncie voluntariamente a los privilegios que concede el poder en cualquiera de sus formas. Los privilegios tienen que ser arrebatados y no es necesario recurrir a la guillotina. Hoy en día, son movimientos como los indignados del 15-M o la primavera árabe los que obligan a los detentores del poder a abandonar sus posiciones de privilegio. La globalización, gracias al desarrollo tecnológico, permite la creación de redes sociales transnacionales y la cooperación entre individuos, más allá de las diferencias de familias, etnias, naciones, estados, partidos políticos o religiones.

El individuo ha roto las ligaduras que le mantenían atado a los diferentes grupos sociales, que lo han dominado y protegido al mismo tiempo, y ha adquirido una autonomía que le permite asociarse con otros en un plano de igualdad. Desde la cooperación, los ciudadanos podemos presionar a partidos, iglesias, estados, sindicatos y empresas, exigiendo mayor transparencia, flexibilidad laboral y participación de las personas en la gestión de las organizaciones.

Sin embargo, este mismo mundo globalizado está expuesto a los riesgos de una explotación capitalista en el que la generación joven se ve condenada a tener contratos temporales, perder el trabajo, permanecer en posiciones inseguras o no adquirir derechos de jubilación. Además, la misma tecnología que nos permite comunicarnos a nivel mundial reduce los puestos de trabajo. Esto no es necesariamente malo. La tecnología aumenta la producción y lo importante es que la distribución de las ganancias sea equitativa. Podremos trabajar menos horas y dedicar más tiempo a la creatividad y a la cultura.

La Innovación Social se apoya en el principio de la cooperación, el principio democrático y el principio económico. Cooperación entre personas diferentes que utilizan las diferencias para reforzar la innovación y la negociación creativa; democracia interna de las organizaciones basada en el liderazgo compartido y participación de los individuos en la gestión de la organización; y desarrollo económico y tecnológico sostenibles en relación con los recursos humanos y ecológicos.

Las fuerzas conservadoras se resisten a abandonar los espacios de poder y utilizan el poder económico para controlar esta generación global que camina hacia una sociedad más igualitaria y más cooperadora y orientada al desarrollo personal. Los estudiosos de la cultura están de acuerdo en la descripción de un tipo de modernidad que termina, pero no tienen una idea clara, ni unos esquemas conceptuales para definir la nueva modernidad.