Guardian es una empresa que, a pesar de la crisis, vive momentos buenos. La prueba está en que se ha acabado la vida útil de su horno Float y se está reconstruyendo gracias a una fuerte inversión.

Pero la realidad interna dista mucho de ser plácida y agradable. Esta afirmación se fundamenta en una política de empresa puertas adentro que se comienza a gestar en el momento en que la familia Delclaux vende la planta al holding americano. El organigrama de la empresa se basa en un principio que discrimina y divide a los trabajadores: todo el personal de producción y mantenimiento son considerados operarios y el que engloba a mandos y personal de oficina son considerados empleados. Las diferencias entre estos dos grupos son importantes, para empezar los operarios se rigen por el convenio, mientras que los empleados negocian de manera personal con sus jefes. Además hay una ley no escrita para los empleados por la cual deben interiorizar la imagen y el modo de ver las cosas a gusto de la empresa.

Lo he vivido en primera persona y he tenido el placer de trabajar como empleado, más concretamente como mando intermedio, y he vivido experiencias que, en algunos casos, rozaron la humillación.

Con todo esto pretendo dar una visión un poco más real de Guardian Llodio S.L.U., que cuida con obsesión su imagen y sus afirmaciones de cara al exterior pero que internamente dista mucho de aplicar lo que con tanta obstinación predica. Después de pasar un par de años allí me queda la pena de haber escuchado de boca de gente veterana el buen ambiente que se respiraba cuando la empresa era Villosa y lo enrarecido que se ha vuelto con la llegada de los americanos hace ya más de 25 años.