Y van 14 en estos dos primeros meses del año, y fueron 78 el año pasado... 580 desde 2003. No quiero seguir sumando. Pero mientras los gobiernos y los políticos no vean en estos ataques un terrorismo puro y duro, dará igual, serán una cruz más, un punto lila en una pared, un ramo de flores secas en alguna esquina.
Mientras no cambien las leyes y la sociedad no condene con absoluta unanimidad, los cazadores de mujeres siguen y seguirán en la calle aumentando cada día los socios en ese club de violencia.
Un club que no tiene siglas como ETA, pero que cada vez tiene más piezas colgadas en su salón. Es barato matar a una mujer, casi tanto como quemar un contenedor de basura. El club de cazadores de mujeres, además, tiene un amplio coto dónde cazar, la mitad de la humanidad es pieza.
Los políticos todavía no lo ven, porque están resolviendo cuestiones de mayor calado; los políticos están ciegos por el humo del tabaco que entre víctima y víctima se genera. Al igual que a Al Capone, a lo mejor por fumar o por conducir temerariamente a 120 por una autopista sí se les puede encerrar en la cárcel y evitar que sigan teniendo a las mujeres en el punto de mira de sus instintos asesinos. Sería un alivio para tanta cacería femenina.