LA cantidad de opiniones encontradas con motivo de la esperada comunicación de ETA me trae a la memoria una frase traída a colación cada vez que se produce algún hecho grave y trascendente: no debemos olvidarlo para que no se repita. Pero como el hombre es el único animal que tropieza tantas veces en la misma piedra, me ha venido a la mente la equiparación de comportamiento entre los herederos del franquismo y los de ETA. De entrada, y para que no quepa duda alguna de mi consideración, rechazo absolutamente ambos procederes. Mi edad ha permitido que haya padecido sus dos existencias; por eso de mi análisis.
Franco se alzó en armas contra un gobierno democrático elegido por el pueblo. Los terroristas lo hicieron contra otra democracia orgánica. La llamada transición hizo que los perdonavidas nos permitieran seguir viviendo, en tanto ellos se sumaban a la democracia de toda la vida. ETA, en su nota, dice haberse reconvertido de igual manera. Más, los primeros ahora se niegan a que los terroristas se beneficien de ninguna ley que aquellos varían en función de sus propios intereses, aportando el hecho de que no han entregado las armas, en tanto los supervivientes de la dictadura las entregan en manos del Ejército, como garantía de la sagrada unidad de España. Basagoiti va más allá y exige una cuarentena para que, hasta quienes no están acusados de nada, demuestren su conversión a la democracia. Si citamos a las víctimas producidas por unos y otros, sigo sin entender cómo cientos de miles tenemos fecha de caducidad, en tanto que ni somos reconocidas, ni existentes siquiera. Las suyas reciben homenajes y reparaciones a diario, algo que daría por bueno si se aplicara a todos por igual.
Más aún; se nos descalifica a cada paso con el retintín de que traer a colación nuestra memoria histórica resucita viejos fantasmas. Mientras se emplaza ante la Audiencia Nacional (equivalente al Tribunal de Orden Público) a quienes gritan gora ETA o aluden a presos, quienes a menudo ensalzan al Caudillo con vivas y homenajes, se pasean alegremente. En aquellas épocas de absolutismo, los policías se cabreaban con nosotros si apelábamos al Fuero de los Españoles. Hoy se enfadan cuando exigimos el derecho de autodeterminación. Por último, en tanto a los presos de la banda se les aplica la doctrina Parot, los correspondientes al GAL, BVE y similares gozan de una libertad inmerecida. No quiero seguir para no caer en idénticas aberraciones.
Andoni Pérez Cuadrado