Para solucionar un conflicto escolar, familiar, político o social disponemos de diferentes técnicas. Una de ellas es la mediación, que implica resolver conflictos entre dos o más personas, con la ayuda de una tercera persona imparcial, el mediador. No son jueces ni árbitros, no imponen soluciones ni opinan sobre quién tiene la verdad, lo que buscan es satisfacer las necesidades de las partes en disputa, regulando el proceso de comunicación (el diálogo) y conduciéndolo por medio de unos sencillos pasos en los que, si las partes colaboran, es posible llegar a una solución en la que todos ganen o, al menos, queden satisfechos.

Esta técnica es utilizada en el ámbito escolar por niños y niñas de 3 a 18 años con grupos de mediadores, ya sean por aula o por curso. Los alumnos de los centros, aunque no sean mediadores, conocen esta técnica y acuden a los mediadores cuando aparece un conflicto. Estos alumnos tienen muy claro qué hay que hacer cuando entran en conflicto; saben que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta (ya que la verdad es un término del que abusamos mucho sin saber que es un concepto tan abstracto, tan abstracto, que es casi inexistente), saben que tendrán que ceder en algunos casos y saben que para la resolución pacífica de un conflicto ninguno de los dos podrá imponer nada al otro. Y todo ello lo harán con un mediador, quien intentará satisfacer las necesidades de las dos partes.

ETA ha querido reforzar su alto el fuego dándole un carácter permanente, general y verificable. Para muchos ciudadanos es un mensaje esperanzador, aunque también sé que para otros muchos no. Todos queremos que llegue el fin de la lucha armada pero cualquier ciudadano sabe que para que un conflicto llegue a su fin, las partes implicadas tienen que dar diferentes pasos. ETA acaba de dar un paso, insuficiente según muchos políticos ya que no aparece la palabra unilateral. Dejemos la semántica para los filólogos, vosotros sois políticos.

Cuando un alumno da un paso para intentar solucionar el conflicto, aunque no sea el paso adecuado, o el paso que daría yo, hay que valorar el esfuerzo que ha hecho para poder llegar a dar ese paso. Este país tiene un gran problema; la falta de madurez política de algunos y las ansias de poder de otros. ¿Quién dará el siguiente paso?