Feliz año nuevo nos deseamos todos, imaginando dejar los males pasados y con esperanza y hasta ilusiones en un tiempo mejor. Así también se lo deseo yo a mi querido lector y también nos lo desean nuestros dirigentes. El gobierno rosa y amigo de los banqueros nos despide el año viejo con el regalo envenenado: vamos a vivir a oscuras porque nos van a cobrar mucho más por la luz, nos van a pagar menos, rebajando el sueldo a los funcionarios y a otros, e incluso van a quitarnos porciones más suculentas en los impuestos.
A la inmensa mayoría nos roban mediante artilugios legales, cuando nos ahogamos en la pobreza, mientras siguen entregando su porción y se arrodillan ante los ricos como si fuesen reyes magos, sin pedirles que rebajen sus beneficios personales, pobrecitos, no vayan a tener un yate menos en su flota de lujos. La caricatura democrática que vivimos, donde los socialistas son una carcajada sarcástica de los antiguos defensores de los obreros y los populares son impopulares hienas al acecho de los despojos del poder que han dejar los siniestros, no es muy animante. Pero si denunciamos, si protestamos, tal vez algunos se retraigan y algo cambie.
Los jóvenes, según señalan las encuestas, carne de paro, son una masa informe, más o menos analfabeta, gracias al sistema educativo que los ha pervertido, que ni trabajan ni estudian ni tienen esperanzas, no luchan o protestan, de modo que se hacen reos para convertirse en los perfectos esclavos que la desilusión propicia. Sin embargo, todos estos males sean para, después de la caída, con muchas voces y algunas manos, podernos levantar sin esa chusma infecta que representa tan triste papel en nuestro senado y nuestro parlamento, robándonos la voz para tejer sus lamentables intereses personales o de partido. Tal vez un día pueda renovarse la partitocracia y convertirse realmente en el gobierno del pueblo, quizás podamos cambiar las estructuras y que no solo los grandes partidos decidan lo que debemos decidir nosotros. Pero para lograr esto hemos de señalar con nuestros dedos al futuro, protestar por esa usurpación del poder, pedir lo nuestro y luchar por ello. Además, rogaremos con esos millares que se unen en Madrid a la Virgen María por el milagro y no solo por nuestras familias, tan deshechas como nuestra sociedad, a ver si vamos cambiando algo. Así que, pese a nuestros dirigentes, os deseamos un feliz año.