Las grandes aportaciones de la doctrina neoliberal a la sociedad actual las estamos sufriendo todos los días con hechos como el paro, recortes sociales, especulación, desprestigio de la ética social ciudadana... Como consecuencia de esas políticas económicas, hemos llegado a la crisis actual, generando miedo y terror a la ciudadanía. Curiosamente los responsables de todo este desbarajuste nos quieren imponer sus medidas correctoras (de hecho, lo están haciendo) para apaciguar los mercados y salir de la crisis que ellos han generado. Socializar las pérdidas, una forma sutil de hablar ante un robo a mano armada a la ciudadanía.
Los movimientos sociales del siglo XIX y del XX han ido buscando la justicia social no como fin utópico sino como una necesidad vital evolutiva para el ciudadano. En el siglo XX aparecen movimientos reaccionarios y anticívicos como es el fascismo en los años 20, el nazismo en los 30 y un tercero concatenado con la ideología de los dos que fue el franquismo. El terror vivido en los años 30 lo generó el fascismo (con sus distintas denominaciones de origen), sus puestas en escena con mequetrefes militares desfilando, sus camisas negras, azules, esvásticas, correajes, ataques y secuestros de la democracia, deportaciones... Todo ello abocó en la mayor contienda militar de la historia. Europa queda totalmente destruida y sus campos sembrados de millones de muertos. Pero Europa siguió caminando, los ciudadanos buscaron un crecimiento social, cultural y económico. Se fue perfilando poco a poco la llamada Europa del bienestar (para unos más que para otros).
Hoy en día estamos sufriendo una nueva actuación fascista debida a la dictadura férrea de los mercados. Se están desmontando conquistas sociales simplemente para que el mercado gane más y más. La espiral de recortes sociales que estamos viviendo en los últimos años del siglo XXI nos retrotraen a épocas pasadas del siglo XX. El dios mercado está secuestrando la democracia ciudadana. El poder civil se doblega día a día ante este ente que gusta llamarse mercado. Este ente tiene cara y nombres, su puesta en escena no es con correajes, desfilando y anexionando territorios (como los secuestradores de la democracia de los años 30) sino con trajes de Versace, ostentación morbosa y ataques a las economías que interese para ellos generar más dividendos. Si no ponemos coto a esta rapiña económica y democrática, la paz social quedará quebrada y las consecuencias pueden ser desgarradoras. No hay más que releer la historia.