Así vi al papa Benedicto XVI el pasado día 12 de noviembre por la televisión en una ceremonia en el Vaticano. Tanta riqueza, ostentación y vanidad me revolvió el estómago. Llevaba unos ornamentos llamativos, de ricos y dos sacerdotes extendiendo su capa, también dorada, que daba la impresión de ser una mariposa de oro. Este Papa está haciendo mucho daño a la Iglesia católica. Nos está quitando a muchos la fe en ella. Jesucristo o Juan XXIII no hubieran sido capaces de mostrarse así ante sus fieles. Primero, por la enorme crisis que hay y, segundo, porque ellos predicaban la ayuda a los pobres y no les gustaba la ostentación provocativa que vimos en el Vaticano. Ante todo esto, no soy católica. Me declaro seguidora de Jesucristo, o sea, cristiana. ¿Hasta cuándo vamos a admitir esta falta de sensatez en la Iglesia católica?
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