Todo el mundo siguió en directo el rescate de los 33 mineros en Chile. Se movilizó el país entero, con ayuda internacional, y se logró el milagro. Parecía imposible, algunos quizá echaron la toalla, pero cuando se pusieron a la tarea la concluyeron. Incluso antes del plazo inicialmente previsto. Ha sido toda una lección y una hermosa metáfora para la humanidad.

En nuestra sociedad también tenemos casos angustiosos de personas sepultadas, sin escapatoria, a menos que nos tomemos su salvación como un asunto prioritario. El fracaso escolar, la no consecución del graduado en la enseñanza secundaria obligatoria, ronda en el País Vasco el 14%. Estas personas quedan enterradas en las catacumbas académicas que condicionan su futuro laboral y vital.

No es fácil recuperar estos porcentajes. Hacen falta dirigentes lúcidos, esfuerzos mayúsculos de grandes profesionales docentes y la atención de toda la sociedad centrada en la educación. Debiera ser noticia de primera plana la liberación de cada 1% de este alumnado perdido, que por mala suerte y por deficiencias en el sistema han visto derrumbadas sus pasarelas de salida.