Hubo un tiempo en que debajo de cada casa había un taller, en cada lonja una pequeña industria y en cada caserío una serrería. Hubo un tiempo en el que los jóvenes eran emprendedores, los empresarios llevaban buzo y los viajantes vascos recorrían las ferias de medio mundo. Ahora la gente quiere ser funcionaria, prejubilarse o tener un trabajo fijo.

No nos engañemos, tienen que ser los pequeños empresarios, los tenderos, los emprendedores, los profesionales liberales o las pymes quienes creen empleo. En lugar de crear puestos de trabajo ficticios, las administraciones deben facilitar las condiciones necesarias para que la iniciativa privada cree empleo; simplificar los trámites administrativos, bajar los impuestos municipales al pequeño empresario, rebajas fiscales, incentivos a la contratación, promoción de suelo industrial barato o infraestructuras que nos comuniquen con el mundo.

Hasta que los emprendedores y pequeños empresarios del buzo no se remanguen no empezaremos a crear empleo.

Hasta que quienes arriesgan su patrimonio y sus ilusiones en levantar un negocio no empiecen a ganar dinero la sociedad vasca no empezará a crear riqueza.