La polémica suscitada por la publicación del libro de Sánchez Dragó, en el que su autor se vanagloria de haber tenido relaciones con niñas japonesas de trece años, da la impresión que hubiese sido una intencionada campaña de marketing, pues de lo contrario esta obra habría pasado sin pena ni gloria.
Hay un tipo de excelencia en determinada literatura transgresora, pero este no es el caso, puesto que el libro es una conversación entre el dramaturgo Albert Boadella y Sánchez Dragó, es decir, no es una creación, sino una confesión en la que el escritor se jacta de algo que ha hecho en su vida privada y bajo la desvergüenza posterior de declarar que si hubiera delito habría prescrito. Algo que resulta sumamente grave dado el serio problema de la prostitución infantil.
La historia que nos cuenta es de esas que no quieres que vuelvan a repetirse jamás, que quede en el pasado para siempre. Por eso me resultó incomprensible que el PP no asistiera a la presentación de esta película, en la que participaron representantes de todo el resto de fuerzas políticas. ¿Qué es lo que quieren darnos a entender con estos gestos? Cualquier persona de bien que vea la película se hará la misma pregunta que yo.