Cuando todavía no se me ha ido la perplejidad por la salida de tono del reverendo evangelista norteamericano que ha tenido la intención de quemar coranes, para así protestar contra la construcción de la mezquita en la Zona Cero, en el Telediario nos obsequiaban con desoladoras imágenes sobre Pakistán.

En concreto, se trataba de familias con niños pequeños que preferían quedarse a vivir en medio de la calle porque los campamentos estaban atestados y no había sitio. No hay más que echar un pequeño vistazo atrás y ver lo desastrosamente que ha funcionado la llegada de la ayuda humanitaria tras una catástrofe. Hay casos como el de Haití todavía en nuestras mentes, o incluso el del mismo Estados Unidos, que cuando se inundó Nueva Orleans a causa de la rotura de una presa, tardó demasiado tiempo en ayudar a sus conciudadanos.

Por otro lado, en este mismo Telediario se nos ofrecía otra noticia que era la llegada del representante de la OTAN pidiendo más guardias civiles para mandarlos a Afganistán.

Está claro que aunque a primera vista la ayuda humanitaria y la ayuda militar son diferentes tipos de ayuda, en la zona que nos ocupa están a mi entender bastante relacionadas por tener Pakistán importantes feudos talibanes. Al hilo de esto también hemos podido oír por los diferentes medios de comunicación cómo a determinados afectados les ha llegado antes la ayuda orquestada por organizaciones islámicas radicales que ningún otro tipo de ayuda.

Después de visto el tratamiento que se le da a cualquier tipo de catástrofe humanitaria me pregunto: ¿no seremos nosotros los occidentales con nuestra manera de actuar el mejor caldo de cultivo de estas organizaciones radicales?