Recientemente se han producido distintos episodios de llamada kale borroka -mejor, delincuencia callejera, sin más- acaecidos en medio de las fiestas de pueblos y ciudades de nuestro territorio. Cualquiera podría pensar que pudiera ser una estrategia diseñada porque coincide que, cuando por las razones que sean disminuye la actividad de la banda terrorista, los "activistas" de la kale borroka incrementan sus acciones. Es posible que la razón sea recordarnos a todos que siguen ahí, que, de momento, sólo queman cajeros y contenedores, tiran pintura contra una sede o un cuartel, ponen artefactos explosivos en portales?, pero que no olvidemos que nos están perdonando la vida.

Tienen razón. Sí, efectivamente, ellos pueden aterrorizarnos con sus amenazas y agresiones. Ellos pueden presionarnos con los más indecentes chantajes. Ellos pueden matar a cualquier ciudadano y ampararse en su causa cuasi divida, en su "lucha". Nosotros no podemos hacerlo. Y no lo hacemos porque defendemos esa fundamental diferencia que nos distingue de quien se deshumaniza para cometer cualquier brutal atropello contra otro ser humano.

Todos deseamos que ésta pesadilla termine, pero es evidente que aún queda gente que se resiste a aceptar su trágico error