UNA de las cargas más pesadas y silenciosas que condicionan profundamente la educación de las mujeres tiene que ver con su integridad física. Con la asunción de que existen amenazas y peligros de los que pueden ser víctimas de la forma más imprevista y de que, por lo tanto, es imprescindible tomar medidas de precaución para evitar problemas como frecuentar zonas y calles seguras y horarios tempranos. Son mensajes subliminales que se han transmitido de generación en generación y que, aún hoy, siguen marcando los movimientos y recorridos, no sólo físicos sino vitales, de la gran mayoría de chicas y mujeres. Y las fiestas patronales, con todos sus excesos, no hacen más que evidenciar estas situaciones de vulnerabilidad. Los gravísimos hechos que tuvieron lugar la mañana del día 25 en la localidad guipuzcoana de Andoain, inmersa en la celebración de sus festejos, es un ejemplo más de que las mujeres aún no han conquistado los espacios en los que transcurre su vida. Una joven de 18 años volvía casa después de dejar a sus amigas esa mañana cuando fue abordada por un joven que la maltrató, según todos los indicios, ante la negativa de la joven a mantener relaciones. La brutalidad de la agresión fue tal, que la joven terminó con la mandíbula partida y lesiones cerebrales y fue encontrada inconsciente horas después del ataque. Aunque el suceso ha ocurrido en una provincia vecina, lo cierto es que las agresiones contra las mujeres con fines sexuales no son tan inhabituales en el territorio alavés, y no conocen ni de culturas ni razas: se trata de un factor de discriminación que se reproduce en todas las latitudes y clases sociales. La calle como espacio que debería garantizar la libertad de las mujeres para moverse y relacionarse, no ha sido aún conquistada. Y la opción de las mujeres para optar libremente a las relaciones sexuales tampoco, con una especial preocupación en lo que ocurre en la adolescencia. De ahí que las instituciones y el movimiento de mujeres vengan incidiendo desde hace tiempo que las fiestas tienen que dejar de ser espacios de peligro y de impunidad para la mitad de la población. Los lemas son bien sencillos: Si sí, sí. Si no, no, Ni te pases...ni pases El No, sigue siendo No y En fiestas y siempre, no a las agresiones sexuales.
- Multimedia
- Servicios
- Participación