El campo ha explotado. La yerba y el heno marean a las vacas, terneros y a nosotros. La reina de los prados, el helecho, el herbaje, la hierbabuena, el forraje, el gramal y la tetilla nos inundan. Las mozas se destapan y los mozos se alborotan. Las hayas tiemblan de brisa y hermosura. El bosque nos absorbe. Es la primavera. Ni la crisis más criminal nos podrá arrebatar el suave amor de la hierba cortada, del vuelo del abejarruco ni de la sonrisa de la paloma torcaz, la alondra o el txantxangorri. El sol y el mar nos reclaman. Lo bello es útil simplemente por serlo. Si quieres ser feliz, siente cómo la fragancia del heno penetra en tu ser como los espíritus del vino y la música, o del agua en los remansos de los hayedos. Duerme contigo mismo.
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