dicen que el fútbol es una metáfora de la vida. Y quizás en este caso se queden cortos, pues es también una metáfora para las emociones, las lágrimas y alegrías, las euforias y mil andanzas y, en definitiva, la intrahistoria de todo un pueblo. El Amurrio Club ha concluido esta semana el programa conmemorativo de su 60 aniversario, y lo ha hecho con la edición de un libro -DNA reparte mañana la cartilla para que sus lectores puedan obtenerlo gratuitamente- con más de medio millar de imágenes y el relato no de la historia de un equipo de fútbol, sino de una gran familia apiñada en torno a la ilusión de unos colores y un pueblo. Y esta microhistoria tiene dos protagonistas de excepción: el veterano cronista de la villa Iñaki Isla, que ha dedicado seis años de su vida a recuperar la memoria social del Amurrio Club, y el legendario utillero José Negrete Muguruza. Recogió el jueves la insignia de oro del club y al subir al atril no pudo articular palabra. Las lágrimas y la emoción le dejaron sin habla. Pero el lapsus fue coronado por gritos de ánimo y uno de los más apretados y cálidos aplausos que se recuerdan en la casa. José no pudo decirlo, pero quería mostrarse agradecido, quería que su homenaje fuera extensivo a toda la familia del Amurrio y quiso pedir a los chicos que mañana saltarán al césped de Basarte para batirse contra el Gernika que sientan que no sólo juegan al fútbol, sino que al enfundarse la camista txuriurdin, como él lo ha vivido durante toda su larga vida en el club, reviven el orgullo de todo un pueblo. ¿Verdad, José?