SI existiera un guardián de las palabras y los números, sus carcajadas se oirían por todo Vitoria a causa de lo que nuestros líderes dicen sobre la estación de autobuses que se proyecta construir junto al parque de Arriaga. Los próceres que apoyan la terminal, que responden tras la siglas del PSE y del PNV, hacen ímprobos esfuerzos por ocultar que, en realidad, se trata de una estación provisional. Otra vez: pro-vi-sio-nal. Y no pasa nada porque lo sea, pero intentar ocultarlo es ridículo. Nadie discute que la chabola cubierta que hay en la calle de Los Herrán debe ser sustituida por una estación en condiciones, y vale, que sea la que proponen, pero que quede claro: el PNV da sus votos para que el PSE pueda iniciar una gran obra, ejem, en esta legislatura con la condición de que después los socialistas apoyen la que el PNV propone en Juan de Garay, si pasa el filtro de Madrid, y que garantiza la intermodalidad, cosa que la de Arriaga por ahora no hace. ¿Y qué pasará entonces con el edificio? Se dedicará, según nuestras eminencias municipales, para otras cosas, o, como les gusta decir, tendrá otros usos. Por tanto, la estación es provisional, pero el edificio no. ¿Tan difícil es decirlo? Y hay más: al alcalde, como a todos los prohombres de la cosa pública, le encanta dar cifras. Atención: la terminal provisional de Arriaga estará preparada para acoger a 3.000 pasajeros en una hora, tiempo en el que la superestación podrá realizar 126 operaciones y recibir hasta 63 autobuses, y todo sin complicar el tráfico en la zona. ¿Oyen las risotadas del guardián de las palabras?