TRAS leer un artículo de don Alfonso Ussía en un diario de tirada nacional, cuesta pensar que se puedan escribir tantas insolencias, incorrecciones y tergiversaciones en tan poco espacio. Anuncia la llegada del nuevo obispo de San Sebastián, don José Ignacio Munilla, a quien augura que será un digno portador de la cruz de Cristo. Esto me parece muy bien. Pero lo que me parece un extravagancia es que se deshaga en acusaciones, injurias y desprecios hacia sus obispos predecesores, Juan Mª Uriarte y José Mª Setién. De este último dice: "Prelado de terrible recuerdo", "el gesto facial era el más apropiado para vaciar iglesias de fieles desprevenidos", su "nada ejemplar actividad pastoral", "Setién y Uriarte han sido sólo obispos de los guipuzcoanos nacionalistas y allegados a las cloacas batasunas", Uriarte "puede ser considerado un maestro en establecer equivalencias entre las víctimas y sus asesinos, las familias de los muertos y las familias de los delincuentes apresados". Los acusa, además, de hablar no como obispos sino como nacionalistas...

Ante esta sarta de insultos e improperios, yo le diré al señor Ussía: los obispos Setién y Uriarte nunca hablaron como nacionalistas. Si usted los considera así deberá probarlo. Las cosas serias exigen rigor, sensatez y solvencia. Usted habla, afirma, divulga, propala... lo que se le ocurre, lo que le viene en gana, lo que le conviene.

Y no se da cuenta de que está hablando de dos personajes extraordinarios, dos catedráticos eminentes, dos lúcidos escritores, dos pastores que saben pensar, medir, precisar, y probar lo que dicen. Si sus orientaciones pastorales coincidían, a veces, con las propuestas nacionalistas, pues... mejor para los nacionalistas. Pero tales orientaciones no procedían de mentes nacionalistas sino de mentes de pastores y guías del pueblo. Sus ideas se las sugerían su clarividencia cristiana y sus principios teológicos, eclesiales y pastorales. Por lo tanto, deberían ser secundadas, apoyadas y practicadas por todos. Esto es lo que usted quiere soslayar.

Pienso que un periodista serio debe hablar con otra seriedad, con otro fundamento y con otra clase.

Javier Oroz